Veterano de Guerra. Sexta parte
Los montaraces de Gondor eran un cuerpo de élite muy selecto, temido y respetado por todos. Todo guerrero de Gondor apreciaba mucho la compañía de un montaraz, pues su sola presencia le inspiraba confianza y una sensación de seguridad. Ser montaraz equivalía a ser respetado, y eso era lo que yo esperaba recibir cuando el capitán Faramir en persona me concedió acceder al cuerpo: respeto. Nunca en mi vida había estado tan equivocado. En las seis semanas que pasé adiestrándome para tener los conocimientos básicos para poder sobrevivir, descubrí que un montaraz poco o nada tenía que ver con la superioridad, sino con el sacrificio y completa entrega.
Tras tomar una comida frugal en las proximidades de Beorholt, hemos mantenido un galope suave que nos ha hecho llegar a media tarde a las murallas de Aldburgo. Mi padre me explica que esta ciudad es más antigua que nuestro reino, y que al igual que Hornburgo e Isengard, hace unos 300 años eran ciudades de Gondor, y que esta no era la Marca de los Jinetes, sino la provincia de Calenardhon.



