Muy buen trabajo compañero Cruello Dville, la verdad es que es una delicia ver tus minis y leerte.
Yo también he acabado mi trabajo por este mes, y es que estamos de preferia, así que tenía que darle caña este fin de semana, y lo he ventilado en un par de días. Toca subir fotos y explicar mi compañía de este mes de Abril.
Compañía de Rufianes.
El Desafío Abril 2024
Ocho Rufianes forman la compañía.
El Desafío Personalizado
Bueno, como siempre he metido minis de otras marcas, me gusta la variedad y busco compañías en las que pueda hacerlo. En esta ocasión tengo figuras de RedBox Miniatures, de Unreleased Miniatures, Warlord, Zombicide y la del herrero, que la verdad es que no recuerdo la marca.
A parte he realizado tres conversiones en tres de las minis. Concretamente el verdugo, del Zombicide, ha perdido el hacha y se ha hecho con un tronco con el que atacar o defenderse, lo que toque. Y las dos miniaturas de Games Workshop han perdido sus armas para ser reemplazadas. El primero perdió el cuchillo, seguramente se lo lanzó a algún enemigo, y en su lugar se ha hecho con una antorcha-candelabro alto con el que quema todo a su paso.
Su compañero de viaje soltó el látigo y el puñal para coger un pico y un escudo, ya que es bueno tener defensas en esta vida de pillaje.
Así han quedado las conversiones una vez pintadas las figuras:
Y ya solo queda subir el trasfondo de mi compañía...
Nadie piensa lo duro que puede llegar a ser vivir siendo el hijo del verdugo… solo Öttomir lo sabía, y es que desde muy joven sentía las miradas de los demás, como cuando había algún encontronazo él siempre salía airoso y nadie le inquietaba… todo eran parabienes, hasta que creció un poco y se fue dando cuenta de que no era el más listo, ni el más bueno, ni el más guapo… era el hijo del verdugo, y por ello nadie osaba molestarlo. En un principio decidió sacar tajada de aquello y desafiaba a todo y a todos, hasta que se cansó y decidió saber quienes eran en realidad esos que se hacían llamar sus amigos, y entonces se dio cuenta que no tenía amigos, ni podía confiar en nadie, simplemente le tenían miedo.
Desde ese momento su vida comenzó a cambiar, pronto su padre falleció y tuvo que asumir su papel en la ciudad, el nuevo verdugo era muy grande, parecía un gigante, y es que desde joven sus padres se habían encargado de alimentarlo bien, nunca faltó un buen trozo de carne en el plato, y dulces, algo que al principio él creía normal en todas las casas, pero que cuando creció se dio cuenta que venían con el cargo, y claro, de eso sí sacó tajada.
Cuando tuvo edad de casarse quiso hacerlo con una moza que de verdad le quisiera, no quería a la más guapa, quería una compañera de verdad, pero no confiaba ya en nadie y transcurrían los años y seguía soltero.
Pasados los treinta y cinco años, y ya curtido desde hacía varios en su profesión de verdugo, que a tiempo parcial combinaba con la de carnicero, un día, después de un enfrentamiento de su ciudad con una enemiga, pero que no lo había sido siempre, le llevaron al cadalso un grupo de reos para ajusticiarlos, no había mucha gente viendo el “espectáculo” y de entre los prisioneros reconoció a uno que había sido amigo suyo hacía mucho tiempo, sabía que Limdish lo había reconocido, pero no si sabía que él también. Apenas cinco vecinos y el juez estaban en el lugar, fuera de las murallas de Erden Liun, su ciudad, hacía ya tiempo que el trabajo se realizaba extramuros, y fueron pasando los sentenciados, a los que Öttomir fue despachando de un tajo, hasta llegar el turno del penúltimo, su otrora amigo Limdish.
El juez leyó la sentencia por la cual se le iba a segar la vida de un hachazo, y mientras lo hacía Limdish lo miró con cara de pena, Öttomir le devolvió la mirada, y por una vez pensó que era un amigo, recordó alguna travesura juntos, y antes de que acabase el juez con su trámite, le dijo a Limdish en voz baja:
- No temas, no voy a matarte, voy a fallar, corre hacia los árboles, mi caballo está justo detrás, cógelo y ve hacia la fuente del río, espérame allí.
Limdish no entendió lo que le decía, sorprendido se dio cuenta de que era una oportunidad para seguir viviendo, e hizo lo que Öttomir le dictó.
Esa misma tarde noche Öttomir dejaba Erden Liun como proscrito ante la incredulidad de todos, nunca había faltado a su trabajo ni nada parecido.
Cuando se reunió con Limdish éste le agradeció su gesto, le debía la vida, y ante la pregunta de qué harían ahora, el renacido le contó su plan: Unirse a un grupo de hombres que luchaban por sus vidas y viajaban de pueblo en pueblo cogiendo lo que necesitaban, robando lo justo y necesario para sobrevivir y evitar a las autoridades.
Y esa había sido la idea primera de ambos, pero el tiempo tiene sus propios planes, y muy pronto la realidad los hizo endurecerse, a fuerza de encontronazos con otros, de luchas en medio del campo, donde la fortaleza y el tamaño de Öttomir unidos a la astucia y rapidez de Limdish, les sirvió a ambos para sobrevivir y ganar adeptos. Tras un par de años en la ruta se les habían unido unos cuantos malechores, sí, malechores, porque ahora se dedicaban al pillaje, no habían matado a nadie aún, pero parecía cuestión de tiempo y de que se dieran las circunstancias. Angathor, Jöol, Kurkish, Nothmir, Olegir y Norm eran el resto del grupo.
Todos deambulaban por entre los pueblos en busca de comida, riquezas o dinero, pero desde hacía unos meses corría por la zona la noticia de un tal Zarquino estaba montando un pequeño ejército para estos menesteres, y tanto Öttomir como Limdish como el resto no veían con malos ojos unirse a aquellos…