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Dekanous escribió:
La batalla había comenzado al alba, con los ejércitos de Rohan, Mordor y Harad enfrentándose en un campo de combate donde el destino de sus territorios estaba en juego. Narsil, el valiente líder de Rohan, encabezó a sus jinetes con la esperanza de recuperar dos de sus territorios perdidos. En el otro extremo, Feanor, el oscuro líder de Mordor, comandaba a sus fuerzas con la intención de hacer retroceder a los hombres de Rohan Mientras tanto, Dekanous, el astuto comandante de Harad, tenía sus propios planes para asegurar la victoria.
A medida que la batalla avanzaba, el campo de combate se convirtió en un caos de acero y fuego. Los jinetes de Rohan lanzaron cargas repetidas contra los orcos de Mordor, mientras las huestes de Harad avanzaban desde el sur, aprovechando cada oportunidad para atacar.
Feanor, con su astucia y poder, logró contener a Rohan, infligiendo grandes bajas, pero no sin sufrir también sus propias pérdidas. Narsil, implacable, dirigió a sus hombres con valentía, buscando cada debilidad en las filas enemigas.
Sin embargo, fue Dekanous quien esperó pacientemente su momento.
En el turno final, cuando la batalla parecía inclinarse a favor de Rohan, Dekanous lanzó su apuesta arriesgada. Ordenó una carga masiva de su mumakil, el enorme elefante de guerra de Harad. Este gigante, con sus colmillos y la ferocidad de sus ataques, arremetió contra las fuerzas de Rohan.
La carga fue devastadora. El mumak rompió las líneas de defensa de Rohan, aplastando a sus soldados y generando el caos entre sus filas. La desesperación se apoderó de Narsil al ver cómo sus hombres eran barridos por la bestia. Feanor también sufrió las consecuencias, viendo cómo su ejército sufría bajas por el poder de los arcos de los haradrims que estaban en el castillo del mumakil.
Con esa última carga, Dekanous obtuvo el punto necesario para la victoria. Los ejércitos de Mordor y Rohan, debilitados, se retiraron del campo de batalla. Harad, bajo el mando de Dekanous, se alzó como vencedor, cambiando el equilibrio de poder en la región.
Rohan, que había apostado todo para recuperar sus territorios, se vio forzada a aceptar la derrota,. Dekanous, con una sonrisa satisfecha, contempló el campo de batalla, sabiendo que la victoria de Harad sería recordada durante mucho tiempo.
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