Relato Es el año 2800 de la Tercera Edad, los años de la declinación de los Eldar en la Tierra Media.
Es el segundo año del reinado de Brytta en Rohan, la Marca de los Jinetes, segundo Rey del Segundo Linaje, también llamado Léofa, por ser amado por todo su pueblo por su generosidad.
Han trascurrido poco más de 40 años desde el Largo Invierno y la invasión de Rohan por parte de los Dunlendinos...




PROLOGO

Es el año 2800 de la Tercera Edad, los años de la declinación de los Eldar en la Tierra Media.
Es el segundo año del reinado de Brytta en Rohan, la Marca de los Jinetes, segundo Rey del Segundo Linaje, también llamado Léofa, por ser amado por todo su pueblo por su generosidad.
Han trascurrido poco más de 40 años desde el Largo Invierno y la invasión de Rohan por parte de los Dunlendinos, y a pesar de haber recuperado todo su territorio con ayuda de Gondor excepto la Marca Occidental, los rohirrim no se han recuperado aún de las pérdidas sufridas.
Fuera de las fronteras de Rohan, la Guerra de los Enanos y los Orcos, cuyas batallas han asolado las fortalezas de los Orcos desde Gundabad hasta los Gladios, ha acabado en la Batalla de Nanduhirion ante las Puertas de Moria, donde los Enanos se han cobrado venganza.
Nada de esto incumbe a los Rohirrim, pero los Orcos expulsados del Norte por la guerra, buscan refugio en las Montañas Blancas, hogar de los Jinetes de Rohan...

MAPA DE ESTEMNET

Mapa
Extracto del mapa de la Tierra Media de Peter Fenlon, con nombres añadidos y/o traducidos. 

CAPÍTULO I: Eorhelm

- ¡Eorhelm!....!Eorhelm!...

La verdad es que cuando oigo la voz de mi padre gritando mi nombre, suelo repasar todo lo que he hecho en ese día y tratar de recordar que he hecho mal. Hoy sin embargo no recuerdo nada que haga que mi padre me llame de esa manera.
Llevo casi una hora limpiando y cepillando a los dos caballos que tenemos en el establo de mi familia. Wyrd es fácil de cepillar, pero Greed no suele ser tan dócil con mis cuidados. No creo que me llame por tardar en limpiar los caballos, no ha pasado medio día y aún no es hora de comer, pues Iwen, mi madre, hace poco que me dio un poco de pan y queso para almorzar.
En cualquier caso, si algo he aprendido con mis doce años de edad es que bajo ningún concepto y de ninguna manera, he de hacer esperar a mi padre, Eorlaf, hijo de Eorcram. La verdad que soy un fiel reflejo de mi padre, ojos azules, corta melena de pelo rubio, aunque el suyo ya torna algo más castaño, y piel clara. La grandes diferencias entre mi padre y yo son la altura, pues él alcanza los seis pies y yo apenas supero los cuatro y medio, y la espesa barba recortada en su rostro. No creo que mi padre sea duro, pero como siempre me dice, si te forjo como el acero, serás como el acero. Prefiero no recoger el cepillo y el pelo castaño de los caballos y salir desde el establo hacia casa.

Hay poca distancia desde el establo hasta nuestra casa, un pequeño edificio de madera de dos plantas con una chimenea de piedra y tejado de madera, justo al lado de un pequeño huerto que cuida mi madre y mi hermana Eleanne de diez años. Harald, mi hermano pequeño de seis años, dentro de poco empezará a ayudar, pero hasta ahora solo es un pequeño estorbo, aunque es la ilusión de mi abuela Mirna, que también vive con nosotros.
En la casa no hay habitaciones, la planta baja hace de cocina, comedor y salón, donde hay una mesa rectangular con varias sillas y un hogar donde mi madre prepara la comida. Hay una escalera de madera que da acceso a la planta superior, donde hay tres camastros, uno para mis padres, otro para mi hermana y otro que comparto con Harald. Mi abuela prefiere no subir las escaleras y suele descansar cerca del hogar de la cocina. En la habitación superior hay varios arcones. Uno es de mi padre, otro es ropa de mi abuela, mi madre y mi hermana, y otro para mí y mi hermano.
La verdad es que no hay mucho movimiento ni ruido en el pueblo. Visto desde la colina donde se encuentra una atalaya del Tercer Marshal de la Marca de los Jinetes, Dern, nombre por el que se conoce al pueblo, parece un pequeño conglomerado de casas de madera, pequeños establos, cercados y algunos huertos. Sólo destaca la Casa de Reunión, donde a veces se reúnen los hombres, los rohirrim, para discutir temas a los cuales los jóvenes no estamos invitados, y donde mayormente se celebran los ritos de plegaria y protección a Béma, el Cazador, para el cuidado y protección de hombres y caballos. En todo el pueblo apenas somos doscientos hombres y mujeres.
El pueblo no tiene empalizada alrededor, pues Rohan apenas tiene enemigos en Estemnet, fuera parte de algunos lobos del Páramo. El señor de Dern, y de algunas aldeas de alrededor, es el thane Rolf, y tiene el compromiso con el Tercer Marshal, que reside en Aldburgo en el Folde Este, de mantener la atalaya, un pequeño éored, y controlar el cruce de caminos donde se asienta el pueblo, entre Stowburgo, los Vados del Entaguas, la ruta hacia la Torre del Anduin, y la ruta hacia los Saltos del Rauros.

Al salir del establo corriendo me sorprende ver a mi tío Haleth montado en su caballo. Es un hombre algo bajo para ser rohirrim, solo cinco pies y medio, pero algo más corpulento que los demás, destacando por su pelo y barba de color rojizo, heredado de mi abuela Mirna. Mis amigos Karl y Osten, dicen que parece un enano, pues es pequeño y nunca se separa de su hacha de mango largo, pero nunca he oído a nadie decírselo a la cara. Mi primo Kerald, su hijo, al que apenas le llevo un año, tiene su mismo pelo rojo, y siempre estamos discutiendo quién es más fuerte y valiente.
Es raro verlo pues hace dos días había partido a cuidar nuestra pequeña manada de caballos, y no debería haber vuelto hasta dentro de tres días, cuando sería mi padre quien fuera a cuidarla. Normalmente en invierno las manadas de caballos están sueltas por las planicies de Rohan, pero una vez llegada la primavera se tratan de reunirlas y comprobar cómo se encuentran, así como marcar a los nuevos miembros de las mismas. Nada es más importante para un rohîr que cuidar de sus caballos.

- ¡Eorhelm!

Mi padre me ha vuelto a gritar y decido correr más rápido hacia el umbral de la puerta de mi casa, donde también está mi padre, mi madre y mis hermanos cogidos a las faldas de mi madre.

- Aquí estoy padre – digo con resuello, mostrando la urgencia que he tenido en atender a su llamada.

- Eorhelm, ensilla a Wyrd y Greed. Coge tu manta y chaqueta de piel, vienes con nosotros. Iwen, prepáranos comida para tres días para los tres. Eleanne, llena seis odres de agua en el pozo, y tráelos...

- Eorlaf – dice mi madre – Eorhelm es todavía pequeño...

- Lo necesitamos. Debemos ir rápido y cuanto menos peso lleven los caballos, más rápido podremos ir. No tenemos caballos para alternar. Eorhelm llevará las provisiones de los tres. Ya sabe montar bien y sabrá mantener nuestro ritmo...No te preocupes Iwen, no expondré a Eorhelm a ningún riesgo, pero no debo despreciar su ayuda.
No sabía que pensar. Pocas veces he oído a mi padre expresar que yo fuera necesario. Sé que puedo montar a Greed, pues Wyrd es el preferido de mi padre, y no tengo problema en llevar alforjas, pero no entiendo las reticencias de mi madre ni a qué riesgo no debo enfrentarme.

Apenas me lleva unos minutos preparar a Wyrd, pues aunque está nervioso, no me impide colocarle la manta, la silla de montar, el bocado y las riendas. Greed no parece tan dispuesto, he hincha su estomago para impedirme ajustarle la cincha de la silla. Tengo que darle un fuerte golpe con el hombro para que ceda su estomago y pueda apretarle la silla de montar. La primera vez que puse la silla dudé en apretar, y cuando empecé a montar, la silla se giró y acabé en el suelo. Mi padre ni siquiera tuvo que llamarme la atención, pues fue tal la vergüenza por caerme que nunca volví a no apretar la silla.
Decido recoger dos pares de alforjas, preparándolas una delante y otra detrás de la silla de Greed. No creo que sea cómodo ir con ellas para un adulto, pero para mí no creo que sea ningún obstáculo. Como ya me sé las medidas de mi padre, le preparo los estribos y los míos propios, dejándolos a la altura adecuada.
Cuando vuelvo a salir del establo, veo a mi padre delante de la casa ajustándose su cota de cuero endurecido y anillos de hierro cosidos. Nunca he visto a mi padre con su armadura. Ya tiene puestos sus brazales y grebas de cuero con anillos cosidos. Solo los he visto alguna vez fuera del arcón de mi padre. Como pastor de caballos mi padre suele llevar ropa de abrigo y si acaso alguna prenda de cuero durante sus periodos cuidando la manada de caballos.

- Eorhelm, ponte tus botas de montar y tus guantes de cuero. Tráeme del arcón mi casco, la espada, el arco y el carcaj.-

Veo a mi primo Kerald ayudar a mi tío Haleth con la cota de malla, brazales y grebas, mientras habla con mi tía Linwen. El escudo y el hacha de mi tío ya están atados a su silla de montar. Su casa está junto a la nuestra y es de estructura similar. Tiene junto a ella un cercado para el rebaño de ovejas de la familia, apenas unas 40 cabezas, que suelo pastorear con mi primo. Durante un instante la mirada de Kerald se cruza con la mía. Veo sorpresa en su mirada al comprender que voy a acompañar a nuestros padres, pero no veo envidia en sus ojos, solo miedo. Miedo por su padre, por su tío, por mí. Al verlo me doy cuenta de que es el mismo miedo que siento y que es eso lo que él está viendo en mi.

Entro en casa y veo a mi madre y a mi hermana preparando la comida en base a unos trozos de queso, unas tiras de carne seca y algo de pan. Eleanne ya ha traído los odres. Mi hermano esta junto a mi madre, pero a quien mira es a mí.
Me quito mis zapatos y me pongo mis botas de montar, altas hasta la rodilla y reforzadas por el interior, para evitar las rozaduras por montar, así como mis guantes de cuero para poder sujetar las riendas con fuerza. A Kerald se le ocurrió intentar montar sin guantes y a los pocos minutos ya tenía quemadas las manos por los roces.
Abro el arcón de mi padre y veo un casco recubierto de cuero y remachado con tiras de acero. La espada larga de mi padre, de más de cuatro palmos, descansa en el fondo del arcón dentro de una vaina de cuero. La empuñadura está recubierta de cuero y el acabado es simple, pero el cuero esta gastado por el uso y la práctica. El arco, hecho de cuerno de buey y madera, está protegido por una manta y desencordado para evitar que se humedezca y pierda su potencia. Junto a él hay un carcaj que contiene 12 flechas con plumas de faisán. Recojo todo y me dirijo a la puerta de casa.

Mi padre y mi tío están hablando con Elath, hijo de Rolf, heah-cairl y segundo en el mando del pueblo.

- Elath – dice mi padre – hace cuatro horas Haleth ha notado que faltaban cinco caballos de nuestra manada que la noche anterior estaban. Ha visto un rastro de los caballos y algunas huellas que no corresponden a los caballos y ha preferido venir a buscarme a seguirlos en solitario. Hubiera sido una temeridad. Prefiero no arriesgarme, e iremos preparados para cazar si es necesario.-

- ¿Necesitáis ayuda?- pregunta Elath.

- No, no creo que haga falta. No es necesario molestar a la guarnición de la torre solo por no encontrar unos caballos. Si encontramos algo raro, volveremos y os avisaremos.-

- Esta bien. Volved pronto e invitadme a una cerveza por haberme preocupado.-

- Mañana o pasado mañana estaremos de vuelta, Elath.-

Poco después mi padre y mi tío están montados en Wyrd y en Agner, el caballo de mi tío. Kerald se acerca y me ayuda a fijar las alforjas, y comprueba conmigo que tienen las provisiones de los tres. Me ayuda a subir a Greed, pues todavía no soy capaz de alcanzar la grupa de Greed de un solo salto. Para despedirse me da la bendición de los rohirrim: -Que Béma te proteja, primo.- Algunos vecinos, entre los que están Osten y Karl, nos ven salir del pueblo.

Salimos al trote, pues no conviene cansar a los caballos, si realmente necesitamos que se encuentren frescos más adelante. Como buen rohîr, se montar desde que se andar, pero nunca es agradable mantener el trote de forma continuada, pues siempre acabas con el trasero dolorido. Preferiría galopar, y sentir el viento en mi cara, pero sé que esta marcha no es por placer. Los pastos donde se encuentra nuestra manada esta al norte de Dern, en dirección al Páramo de Rohan. Tras tres horas de marcha ininterrumpida, en la cual siempre hemos ido al trote excepto durante dos tramos en los cuales hemos ido al paso, para que los caballos recuperaran algo de aliento y una breve parada para comer algo de pan y queso, alcanzamos a nuestra manada en una suave hondonada entre colinas donde Haleth la había dejado.
Verlos es algo maravilloso. Sé que no es una gran manada, apenas 20 caballos, pero disponemos de un buen semental, Karst, aunque quizás ya algo viejo, y entre los demás, tres yeguas de buena calidad. A excepción de los potros jóvenes, todos los demás han sido domados en el cercado junto a la casa de mi tío Haleth. Es un buen jinete, y sin duda, un excelente domador.

- Mira Eorlaf – dice mi tío – faltan las yeguas Kira y Nauan, y sus potros de uno y dos años. También falta Okar.

- Ya veo. Es posible que Okar esté tratando de formar una nueva manada fuera de la manada de Karst. No nos precipitemos y busquemos las huellas que me dijiste.
Si bien mi tío es un buen domador, mi padre es un magnifico rastreador. Es el mejor batidor de la aldea, y por eso Rolf y Elath lo tienen en tan buena estima y lo nombraron cairl del hafred de exploradores de Dern. Alguna vez lo he visto practicar con su arco corto reforzado encima de Wyrd, y su precisión es espectacular. Osten me dijo que sí creía que mi padre era tan bueno que me colocara una manzana en la cabeza y practicase conmigo. Recuerdo que le di una patada en el estómago por intentar reírse de mí.

Apenas media hora después mi tío nos guía hasta el lugar donde había visto las huellas. Mi padre desmonta y está comprobando las huellas durante unos diez minutos. Yo solo veo huellas de caballos, y desconozco que está haciendo mi padre.

- Haleth.- dijo mi padre – Orcos…De seis a ocho. Buenos exploradores y con uno capaz de hacer que le obedezcan sin dudar. Han conseguido ocultar parte de sus huellas con los caballos.

- ¿Cómo Eorlaf?.-
- Supongo que han capturado a los dos potros. Las yeguas les seguirán mientras crean que puedan protegerlos. A Okar deben de haberlo atrapado cuando intentara defender a los potros. Han debido conseguir acercarse a contraviento para que las yeguas ni el caballo los sorprendieran antes de coger a los potros.
Yo no prestaba atención después de oír la palabra orcos. Siempre he oído hablar de esas bestias de ojos rojos, cuerpos desgarbados, colmillos y garras, armados con cuchillos y cimitarras, pero nunca he visto ninguno. No hay asentamientos orcos en las proximidades de Dern. Creo que este es el riesgo del cual hablaba mi madre.

- ¿Volvemos Eorlaf?

- Serán cuatro horas de vuelta, al menos otras dos para organizar una patrulla, y otras cuatro o cinco para volver aquí. Supone perder casi medio día y al menos ya nos llevan otro medio día de ventaja. Probablemente se estarán dirigiendo hacia El Paramo. Si lo alcanzan nos será mucho más difícil alcanzarles y luchar contra ellos. ¿Qué opinas Haleth?.

- Dos contra ocho… mala proporción. ¿Cuánto tardaran en llegar al Páramo?

- Llevan a dos potros atados, y quizás a Okar…Van a pie, y si acierto y son exploradores llevaran poca armadura…casi seguro pieles y alguna pieza de metal. Por mucho que fustiguen a los potros no podrán correr mucho. Mañana al amanecer habrán llegado muy dentro del Páramo. Si pedimos ayuda a Elath no los alcanzaremos antes de que busquen un refugio, e incluso puedan esperar nuestra llegada. De seguir solos lo conseguiremos esta noche o al amanecer.

- Entonces no hay duda hermano, manda de vuelta al chico y sigámoslos. –
En ese momento, después de todo un viaje en silencio, interrumpí a mi padre antes de que me mandara de vuelta a casa.

- Padre, no me mandes de vuelta a casa. Aunque volviera sin ningún contratiempo solo preocuparía a madre, y tendría que volver con la patrulla que montara Elath para guiarles hasta este punto para no perder tiempo. Si os lleváis las alforjas iríais más lentos y los caballos estarán más cansados para cuando los necesitéis frente a los orcos. Sé que no se luchar todavía padre, y no me arriesgaré, pero seguro que puedo ayudar si tú me indicas que debo hacer.
Mi padre solo me aceptará con él si tiene la seguridad de que obedeceré sus instrucciones y no hago ninguna estupidez. He jugado con mis amigos con espadas y escudos de madera, pero cuando un hijo cumple doce años es cuando su padre debe enseñarle a utilizar una espada y yo apenas he empezado a practicar. Solo si me cree útil me aceptará.
Mi padre acaricia el broche en su capa. Es una pieza de acero, con una vieja inscripción en ella. Nunca se aparta de ella y cada vez que medita algo importante posa su mano en ella. A continuación se desata una pequeña vaina recta de apenas un palmo, su cuchillo de caza.

- Vendrás con nosotros Eorhelm. Tenemos mucha prisa. Llevarás este cuchillo pero no quiero que lo uses. No eres rival para un orco. Si te enfrentas a uno, morirás. Ahora vámonos.

No tengo tiempo para regocijarme en la decisión de mi padre. Es un voto de confianza de mi padre, y motivo de orgullo para mí, pero mi padre inicia el galope inmediatamente. Si durante la mañana la marcha fue constante, ahora nos movemos con más urgencia. Cuando las huellas nos lo permiten, galopamos, pero a menudo mi padre tiene que desmontar y seguir las huellas a pie para no perder el rastro.
Mi padre espera que durante el día los orcos hayan ido más lentos, y cree que estamos ganando terreno rápidamente, pero en cuanto anochece solo podemos seguir el rastro a pie, mientras que los orcos irán más rápido.
Eorlaf avanza en solitario siguiendo el rastro, mientras que Haleth lleva de las riendas a los dos caballos y yo avanzo a pie con Greed detrás de mí.
Mis piernas me duelen bastante, pues hemos seguido a buen ritmo y ni siquiera hemos parado a tomar ningún alimento. Estoy tan nervioso y tenso que apenas me concentro en seguir a Agner y Wyrd, y mantener a Greed a buen ritmo tirando del bocado. Ya ha pasado media noche y las estrellas brillan en el cielo cuando alcanzamos el Páramo y aún no hemos alcanzado a los orcos.
El Páramo es una zona de hierba corta, muy agreste con gran cantidad de recodos, vaguadas y hondonadas, muy fácil para esconderse si uno no quiere ser encontrado. Sé que mi padre es buen rastreador, pero aquí no será tan fácil encontrarlos y no tendremos la ventaja de ir montados en una zona llana como el Estemnet.
Apenas nos hemos introducido un kilómetro en el Páramo cuando en el silencio de la noche se oyen los relinchos de un caballo, quizás un potro.
Avanzamos en dirección al sonido quizás media milla, cuando mi padre nos indica un alto con un puño cerrado en alto. Mi padre se acerca a mi tío, y yo, a pesar de no haber sido llamado, también.

- Haleth, veo el resplandor de un fuego unos quinientos metros más al Norte, detrás de quizás una o dos recodos de la vaguada que seguimos. Esperad aquí, voy a ver que descubro.-

Mi tío asiente y a continuación mi padre recoge de Wyrd su arco, lo desenvuelve de la manta y lo encorda haciendo un esfuerzo del arco contra sus piernas. Se coloca su carcaj en su costado derecho, mientras que en el costado izquierdo mantiene su espada larga.
Mi tío mientras tanto revisa las hebillas de su brazales y grebas, y recoge su hacha de mango largo y un solo filo, y la voltea varias veces para desentumecerse.
Mi ignorancia no me permite saber qué hacer, así que opto por hacer lo que mis mayores. Desenvaino el cuchillo de caza y compruebo a la luz de las estrellas que esta afilado y no tiene ninguna muesca. Lanzo dos estocadas al frente para ver el alcance de mi cuchillo, pero el suave gesto de negativa de mi tío me deja claro mi total inexperiencia. Reúne las riendas de los tres caballos y me las da, mientras yo envaino mi cuchillo, dejando claro cuál va a ser mi labor en cualquier caso. Mi padre se sumerge en las sombras tras el siguiente recodo de la vaguada y desaparece.
El tiempo pasa lentamente esperando la vuelta de mi padre. Solo se oyen los relinchos ocasionales de un potro y las risas bestiales de varios orcos. Me imagino que los dos potros deben estar aterrorizados y agotados. Los orcos deben haberlos azotado con saña para hacerles andar tanto. Mi tío mientras tanto esta serio y silencioso, sin ni siquiera moverse, escrutando la noche. Pero también está impaciente y veo como manosea el mango de su hacha, como buscando la posición ideal para utilizarla.
Ni siquiera un susurro nos avisa del regreso de mi padre. Siento un alivio momentáneo y me acerco a su lado.

- Haleth, los orcos han acampado tras dos recodos de la vaguada. Tienen un centinela en un saliente junto a la vaguada, pero parece más atento al interior que al exterior. He dado un pequeño rodeo y he visto dos de nuestros caballos, y al menos tres orcos más junto a un fuego. Creo que se creen a salvo y están descansando después del robo.-

- ¿Qué propones?- pregunta mi tío.

- Será casi imposible sorprenderlos. El centinela, por muy distraído que este, nos olerá. Tratemos de engañarles. Si acierto al centinela con una flecha, y oyen el galope de varios caballos y varios gritos, quizás se crean rodeados y duden. Tendremos que aprovecharnos de ese momento.-

- ¿Iré con vosotros?- pregunto con temor y esperanza.

- Ni lo sueñes Eorhelm. Greed es capaz de seguirnos solos y no te necesito para guiarlo. Recoge las alforjas y déjalas aquí contigo.
Me temo que la idea de ayudar a mi familia era más fuerte que mi miedo, y la decisión de mi padre me defrauda. Obedezco a mi padre mientras montan a caballo y sujetan sus armas, el arco mi padre y su hacha y su escudo mi tío.

- ¡Que Béma os guie en la caza!- susurro, mientras inician el paso para doblar el primer recodo. Sé que no debiera, pero subo hacia el saliente tras el que nos ocultamos para poder ver qué sucede.

Desde mi nueva posición, tumbado tras unas hierbas en la parte superior del collado hacia el saliente donde nos ocultábamos, veo al orco que hace de centinela. El orco mide menos que yo, apenas cuatro pies. El reflejo de la hoguera hace su rostro bestial aún más desagradable. Una cara grotesca con arrugas inusuales, orejas puntiagudas, ojos rojos que brillan. Se encuentra sentado en una roca, y ante un relincho de un potro, ríe enseñando sus colmillos inferiores desproporcionados, como un jabalí. Esta armado con un puñal en su cinto y lleva un arco corto con una aljaba y varias flechas negras. Lleva lo que parece un jubón de piel curtida, pero ninguna pieza de metal como armadura, excepto un casco del que asoman algunos pelos negros.
Poco veo de la hondonada donde se encuentran los orcos excepto la vaguada que lleva iluminada hacia ella y la figura de otro orco mirando hacia donde supongo que se encuentra la hoguera.
El centinela detiene su risa, sorprendido, y empieza a olisquear el aire. Justo en ese momento rasga el aire una flecha que acaba atravesando el cuello del orco, que tras unos breves gorgoteos y abundante sangre negra, cae al suelo.

- ¡Adelante Eorlingas! ¡Por Rohan!- gritan mi padre y mi tío iniciando un ruidoso galope sobre sus caballos hacia la hondonada, empezando a rodear el primer recodo hacia la hondonada.
Gritos de un orco al que no veo igualan los proferidos por mis parientes. El orco que diviso en la hondonada recoge una tosca lanza y la empuña corriendo hacia la entrada de la hondonada. Un tercer orco se apresura a unirse a él en el mismo punto con otra lanza en sus manos y al igual que los anteriores solo tiene un casco de metal y piezas de cuero curtido protegiendo su cuerpo.
Un orco de mi tamaño ha subido hasta donde se encontraba el centinela. Lleva en su mano derecha una cimitarra y un escudo de madera en la izquierda, está protegido por un jubón de cota de malla algo raído en el torso y el abdomen y un casco con un afilado cuerno de acero en la frente. Al ver al centinela muerto emite un rugido de desafío y venganza.
El grito ha atraído la atención de mi padre, que cabalga rodeando ese saliente en dirección a la entrada de la hondonada. Mi padre se yergue un instante sobre Wyrd para mantener mejor el equilibrio sujeto solo con sus rodillas. Tensa su arco con todas sus fuerzas y lanza su flecha hacia el orco del saliente.
La flecha, afilada y con fuerza, impacta en el jubón de malla, atravesándolo e hiriendo al orco, que cae hacia atrás por el impacto de la flecha, soltando cimitarra y escudo. El orco grita de dolor y rabia antes de caer hacia la hondonada.
Los eorlingas llegan hacia la entrada de la hondonada donde dos orcos les hacen frente con sus lanzas. Un orco trata de lancear al inexistente jinete de Greed, consiguiendo distraer su atención de los otros dos jinetes. El segundo orco trata de empalar a mi tío, pero su lanza resbala sobre su escudo, mientras que con un movimiento de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo el filo del hacha de mi tío consigue atravesar el casco del orco y producir un tajo vertical que penetra en la frente del orco. La sangre negra impregna por igual a jinete, caballos y orcos.
Mi padre, que cabalga detrás de mi tío, ya ha guardado su arco y se apresura a desenvainar su espada. Los dos jinetes y el orco con la lanza se adentran en la hondonada, donde yo ya no puedo ver nada. Inmediatamente veo primero a un orco y luego a un segundo, ambos armados con arcos y flechas, salir corriendo por lados distintos fuera de la hondonada. La estratagema de mi padre ha funcionado.
Suenan relinchos, metal contra metal y gritos de dolor y muerte. A continuación veo a mi padre y a mi tío salir de la hondonada cabalgando cada uno detrás de cada uno de los orcos que han huido.

Resuenan relinchos en la hondonada. Los caballos están nerviosos y aterrados, sin duda. Si los caballos se escapan nos costará una eternidad volver a reunirlos, y más en el Páramo. Quizás no sea útil para combatir a los orcos, pero si puedo tranquilizar a los caballos, y tratar de apaciguar a Greed, que seguro esta suelto.
Abandono mi escondite y me dejo caer por la pendiente contraria a la que subí, y corro hacia la entrada de la vaguada rodeando el saliente donde se encontraba el centinela. Pronto llego adonde se encuentra el cuerpo del orco abatido por mi tío en la entrada.
Al entrar en la hondonada veo a Okar, Kira y Nauan atados con sogas al cuello y atadas fuertemente a varios arbustos, relinchando algo nerviosos. El segundo orco con lanza se encuentra en medio de la hondonada, muerto, con lo que parecen tajos de una espada. Greed está suelto, pero se mantiene cerca de los otros caballos, aunque algo nervioso. El orco con la cota de malla ha caído cerca de la fogata, y allí yace. El potro de Kira está al lado de su madre. Hay otro orco en el suelo, también muerto, con heridas de hacha sin duda y cerca de las que deberían ser su cimitarra y escudo. Pero ¿dónde está el potro de Nauan?.

Ahí...ahí está. Esta tumbado en el suelo, vivo, aún vivo. Lo han atado al suelo con cuerdas por cuello, cola y patas. Le han cortado trozos de carne del cuerpo. Los orcos habían decidido celebrar el robo comiéndose a un potro, y para hacerlo más entretenido habían torturado al potro con piezas de hierro al fuego sobre su piel, y tratado de cortar y comer sin matar al animal, cauterizando las heridas con fuego para evitar que se desangrase. Hay trozos de carne junto al fuego, quemados y mordidos.
Los ojos del potro están desorbitados por el dolor, no soy capaz de imaginar ese sufrimiento. No sé qué hacer.

Un golpe en mi cabeza me saca de estos pensamientos, lanzándome hacia el suelo. Estoy aturdido pero no sé qué ha pasado. Ahora lo veo. El orco de la cota de malla se acerca hacia mí y me agarra del cuello con su garra izquierda. La flecha de mi padre esta incrustada en su hombro derecho, inutilizándole el brazo. Su mano trata de ahogarme, arañándome la piel con sus uñas, mientras yo trato con mis manos agarrar su mano e impedirlo.
Me acerca su cara mientras me ruge con odio, y veo sus ojos rojos con pupilas verticales, sus fosas nasales directas sobre la cara, sin nariz, y sus dientes y enormes colmillos. El olor de su cuerpo y boca es fétido.
El miedo me atenaza, el pánico hace que mueva mis manos y trate de golpearle sin pensar en su cara y su brazo. No puedo respirar. Trato de torcer su brazo con mis dos manos.
El miedo mata la voluntad. El valor es imponerse al miedo. Tu voluntad es tu valor. Esas son las enseñanzas de mi padre. Solo necesito pensar un instante.
Con rapidez suelto mi mano derecha del brazo del orco, busco el cuchillo de caza en mi cinto y lo desenvaino. Con fuerza lo clavo en la axila del brazo del orco, donde la malla raída no le protege y lo dejo clavado. Con un rugido de dolor el orco me suelta, y yo caigo al suelo. Necesito respirar y tomar aliento.
Apenas un minuto después ya he recuperado el aliento. El orco no está. Tengo mi mano derecha cubierta de sangre negra. En mi cuello tengo cinco pequeñas heridas de las que mana algo de sangre. Estoy a salvo, creo.
Los ojos del potro ya están muertos. Ya no hay dolor en ellos. Ni siquiera le habíamos dado nombre. Nauan debe lamentar la pérdida de su potro.
No debe escapar. Con un rápido vistazo encuentro lo que busco. Cojo la cimitarra del orco muerto y sigo el rastro de sangre negra que abandona la hondonada hacia la vaguada.
Alcanzo al orco cerca de donde iniciamos el ataque, tratando de correr, pero por la pérdida de sangre parece agotado. Cuando me oye acercarme se gira, y a pesar de no poder utilizar ningún brazo me ruge con rabia. Cargo contra él con la cimitarra en ristre y lo apuñalo en un costado, pero no consigo atravesar su malla. El impacto lo derriba y cae al suelo. Esta vez apunto con la cimitarra hacia su cuello desprotegido y la clavo en él. El orco sufre unos espasmos mientras grita antes morir.
Caigo de rodillas junto al orco. Estoy cansado, muy cansado. Y triste, por el destino del potro. Y sobre todo, tengo miedo aún. No puedo evitar llorar.
Ni siquiera oigo llegar a mi padre junto a mí. Desmonta y comprueba que no estoy malherido. A continuación comprueba que el orco está muerto. Mi padre me acompaña hasta la hondonada, donde me recuesta y me manda descansar.

- Descansa Eorhelm. Partiremos de vuelta al pueblo en cuanto amanezca. Duerme cuanto puedas.- El cansancio me vence enseguida pese a mi nerviosismo y caigo dormido arropado con una manta.

Mi padre empuja suavemente mi hombro para despertarme.

- Despierta Eorhelm, ya está amaneciendo. Desayuna algo y volvamos a casa.-

Tras incorporarme mi padre me acerca algo de pan, queso y una tira de carne seca. Devoro en un instante el queso y me tomo algo más de tiempo para comer la carne y el pan. Mi padre y mi tío ya deben haber desayunado algo, pero no creo que hayan descansado mucho.
Mientras que mi tío está ensillando a Wyrd, Greed y Agner, veo que Okar, Nauan y Kira y su potro están más tranquilos, a pesar de las marcas de golpes y látigos que aún muestran sus cuerpos. Los cuerpos de los orcos están amontonados cerca del fuego y poco más allá, donde estaba atado el potro, hay un pequeño túmulo con varias piedras.
Mi padre, que se ha quedado junto a mí mientras como, me enseña la cota de malla del orco.

- Esta cota nos vendrá muy bien. No ha sido hecha por orcos, parece de factura enana y con buen acero. Se la llevaremos al herrero y veremos que puede que con ella.-

- Por cierto- añade mi padre mientras me alarga su cuchillo de caza - este cuchillo es tuyo. Te lo has ganado. Pocos han cazado un orco con doce años.-

Mi padre y mi tío ya están preparados para partir. Mi padre ha prendido fuego a los cuerpos de los orcos. Solo falto yo por montar para marcharnos. Pero antes quiero despedirme.
Con una mano apoyada en el túmulo inicio una oración.

- Béma, acógelo en tus praderas más allá del Mar. Dale la fuerza y el vigor que no ha podido demostrar en esta Tierra. –

- A ti te prometo que protegeré a hombres y caballos por igual, y que el orco que hoy he cazado es el primero, pero no será el último.-

APÉNDICE I: Índice de nombres

Agner: Caballo de Haleth.
Béma: Nombre que los rohirrim dan al Valar Oromë, el Cazador, a quien veneran.
Elath: Hijo de Rolf, Heah-cairl de Dern.
Eleanne: Hija de Eorlaf y Iwen.
Eorhelm: Hijo primogénito de Eorlaf y Iwen.
Eorlaf: Pastor de caballos y excelente rastreador. Padre de Eorhelm, Eleanne y Harald.
Eorcram: Padre de Eorlaf.
Greed: Segundo caballo de Eorlaf.
Haleth: Pastor de cabalos y excelente domador. Hermano de Eorlaf.
Harald: Hijo de Eorlaf y Iwen.
Iwen: Esposa de Eorlaf, madre de Eorhelm, Eleanne y Harald.
Karl: Amigo de Eorhelm.
Karst: Semental líder de la manada de Eorlaf y Haleth
Kerald: Hijo de Haleth.
Kira: Yegua de la manada de Eorlaf y Haleth
Linwen: Esposa de Haleth.
Mirna: Madre de Eorlaf.
Nauan: Yegua de la manada de Eorlaf y Haleth
Okar: Caballo de la manada de Eorlaf y Haleth
Osten: Amigo de Eorhelm.
Rolf: Thane de Dern.
Wyrd: Caballo de Eorlaf.

 

APÉNDICE II: Nomenclatura Rohirrim

Esta nomenclatura ha sido aprovechada y modificada del módulo del Juego de Rol del Señor de los Anillos de ICE, “Los Jinetes de Rohan”.

Cairl: Mando militar a cargo de un Hafred.
Cnaith: Jinete, un guerrero de Rohan a caballo.
Éored: Unidad militar de Rohan, compuesta por entre 2 a 4 twalfred, y hasta unos 250 cnaiths.
Hafred: Unidad militar de Rohan compuesta por 6 o 12 cnaiths.
Heah-Cairl: Mando militar a cargo de un twafred.
Huscairl: Guardia personal del Rey de Rohan.
Mariscal: Nobles que administran las Marcas o maercs, compuestas de varias Neahmaercs.
Thane: Nobles que administran los condados o Neahmaercs, compuestas de algún pueblo o ciudad y varias aldeas. Mando militar a cargo de un éored.
Twalfred: Unidad militar de Rohan compuesta por entre 3 a 5 hafred, y hasta 60 cnaiths.



Comentarios  
trupy
#1 trupy 13-05-2013 14:51
Por fin veo que te publican el relato. La verdad es que me ha gustado.
Eärnil
#2 Eärnil 13-05-2013 19:25
Gracias trupy, me alegra que te haya gustado.
fleki
#3 fleki 13-05-2013 23:11
a mi me ha molado un montón sigue con el siguiente que mola cantidad
Franragorn
#4 Franragorn 13-05-2013 23:49
Bastante bueno, quiero ver mas aventuras de Eorhelm y su padre. Saludos.

PD: Me encantaron tus vídeos del mod del mount and blade, lastima el final.
Eärnil
#5 Eärnil 14-05-2013 07:00
Gracias fleki, se agradecen los ánimos.
Eärnil
#6 Eärnil 14-05-2013 07:02
Gracias Franragorn. Ya llevo algo de un segundo capítulo, veremos...

PD: Me confundes con danicerdan (alias "Eärnil HD" en sus videos). No te preocupes, no eres el único, jeje
Lord_friki0
#7 Lord_friki0 14-05-2013 10:29
Por fin!!!! habías creado tanta expectativa que se me hacia larga la espera, en cuanto tenga un hueco lo leo, pero seguro que esta perfecto.
Lord_friki0
+1 #8 Lord_friki0 14-05-2013 16:50
Lo acabo de leer y tengo ganas del siguiente capitulo :P , en general todo encaja a la perfección con la obra de tolkien, menos una cosa, esa presición milimétrica a la hora de dar medidas(que si 1,80 metros, 90cm...) a mi personalmente me descoloca, como que corta el ambiente, y prefiero algo mas "de la epoca"(aunque no sea tan exacto) como dar las medidas en pies, palmos o cualquier medida mas tradicional que los metros son del s.XVIII
Eärnil
+1 #9 Eärnil 14-05-2013 18:43
Esa es una buena critica....me falta esa experiencia, y retocaré este capitulo y los siguientes con esas medidas....
Ahora sí, me parece que tendré que poner un anexo tres con las medidas y sus correspondencias...por que yo no las sé y no soy capaz de hacerme una idea...

Muchas gracias Lord_friki0
CarlosLl
#10 CarlosLl 15-05-2013 11:16
Me ha gustado mucho Eärnil! A pesar de ser corto engancha y es una lectura divertida. Muy bien ecrito. Enhorabuena!
Eärnil
#11 Eärnil 15-05-2013 18:19
Gracias CarlosLl, y me agrada que te haya divertido...A ver que tal me sale un segundo capitulo...
Horemheb
#12 Horemheb 15-05-2013 20:02
Gran relato, muy entretenido.
Pero dile a Eorlaf que si es una cota de acero enano que no la reutilice, que cuestan muchísimo de hacer :D.
Eärnil
#13 Eärnil 15-05-2013 20:24
JAJAJAJAJA.... muy buena...espero darle una buena salida en su momento...Muchas gracias por el apunte Horemheb.
Sicarius
+1 #14 Sicarius 29-09-2013 03:49
Durante la lectura, me he sumergido por completo tanto en la vida como en la situación de cada personaje. No sé por qué, me esperaba al padre muerto, me alegro de que no haya sucedido y de que el hijo haya realizado una proeza.

La verdad es que te quedas con ganas de más y desde luego, con el segundo capítulo, tendré para saciarme un poco más.

En cuanto a lo de Lord_friki0, tiene razón (aunque veo que ya está corregido), queda mucho mejor si lo dejas todo en palmos, millas, etc. No vendría mal un Apéndice III, como bien dices, puesto que no sé cuál es la conversión a metros y me pierdon un poco.

Felicidades por este relato que se hace muy ameno, gran imaginación y mano para escribir tienes ;-)
baya de plata
+1 #15 baya de plata 27-12-2013 02:57
mis noches son aburridas pero cosas como estas las hacen mas interesantes, voy a leerme el 2 !
enhorabuena , muy currado :-)

Regístrate para poder comentar este artículo.