Pero los encuentros no concluirían ahí. Un contingente enano en estas tierras era una jugosa información que había que enviar, al mismo tiempo que era menester abatirlos. Una segunda escaramuza estalló, donde se volvió a verter la oscura sangre de los Uruks y los jinetes de huargo. Ambos bandos se enfrentaron tratando de eliminar al enemigo y evitar que un mensajero sobreviviera para llevar el mensaje. Tobruk, líder de la compañía de los enanos, acababa de escribir el mensaje y aún lo tenía en su poder cuando comenzó el ataque. La oscuridad designó a un jinete de huargo con su mensaje.
La oscuridad, con fuerzas renovadas, avanzó de frente contra la luz, un enfrentamiento directo, perdiendo el miedo a las saetas y flechas. Pero un arquero rohirrim encontró blanco en un explorador Uruk, haciéndole morder el polvo. Mientras, los jinetes de huargo rodearon unas ruinas y atacaron por el flanco.
Los enanos de las colinas volvieron a montar su muro de escudos y, al ver el avance enemigo, formaron su muro de batalla, cubriendo el flanco con unas ruinas. Los rohirrim hicieron lo propio en el flanco izquierdo. Finalmente, llegó lo inevitable: los exploradores llegaron contra el muro de escudos enanos y golpearon como un martillo a un yunque. Pero los enanos soportaron el embate y mantuvieron sus posiciones. El ballestero sacó su hacha y se unió a la refriega, cargándose a un explorador Uruk atacándole por el flanco.
Los jinetes, esta vez, cargaron con furia y derribaron a varios sargentos de Rohan, causando estragos en las líneas de la luz. Pero la furia de su ataque fue su perdición. Los guerreros de Rohan, conocedores de sus tácticas, les rodearon y les fueron diezmando. Finalmente, quedando solo uno de ellos, huyó temblando de miedo y sin mirar atrás.
La línea de los Uruk comenzó a ceder ante los golpes de las lanzas de los enanos, pero la furia les consumía. Empeñados en ver la sangre de los enanos, no cejaban en su intento sin conseguirlo. Eventualmente, los rohirrim comenzaron a llegar y los Uruks, al verse superados en número, se desbandaron y huyeron, dejando victoriosos en el campo a los extraños aliados, que una vez más festejaron con cervezas y atendieron las heridas de los caídos.
Finalmente, el mensaje fue enviado, y la compañía de los enanos recibió refuerzos. Un jinete de cabra llegó para unirse a sus filas poco después, prometiendo que el alto mando seguiría enviando refuerzos en los próximos días.