Relato

Estamos al margen de todo lo que sucede en los alrededores de la Ciudad, salvo por los Señores de las Casas Reales que incluye la Nobleza de Gondolin. Nuestro Rey, Turgon hijo de Fingolfin que murió a manos del mismísimo Melkor Morgoth, dirige la regencia de la Ciudad y de los noldo y sindar que en ella viven.

Es el año 473 de la primera Edad de los Elfos, los Primeros Nacidos. Mi Rey sólo se doblega a la voluntad de Fingon, su hermano mayor y por tanto Rey Supremo de los Noldor en la Tierra Media. En Abril de este mismo año llegaron noticias de un tal Beren, y de su amada Lúthien, de quien se dice que robaron una Joya de los Hijos de Fëanor al mismo Morgoth. También nos llegó la nueva de el hijo mayor de Fëanor, Maedhros el Alto, que propuso a los Reinos Libres de Beleriand a organizarse y a unirse bajo un emblema para no volver a caer en la Ruina de la Bragollach...

 

Estamos al margen de todo lo que sucede en los alrededores de la Ciudad, salvo por los Señores de las Casas Reales que incluye la Nobleza de Gondolin. Nuestro Rey, Turgon hijo de Fingolfin que murió a manos del mismísimo Melkor Morgoth, dirige la regencia de la Ciudad y de los noldo y sindar que en ella viven.

Es el año 473 de la primera Edad de los Elfos, los Primeros Nacidos. Mi Rey sólo se doblega a la voluntad de Fingon, su hermano mayor y por tanto Rey Supremo de los Noldor en la Tierra Media. En Abril de este mismo año llegaron noticias de un tal Beren, y de su amada Lúthien, de quien se dice que robaron una Joya de los Hijos de Fëanor al mismo Morgoth. También nos llegó la nueva de el hijo mayor de Fëanor, Maedhros el Alto, que propuso a los Reinos Libres de Beleriand a organizarse y a unirse bajo un emblema para no volver a caer en la Ruina de la Bragollach. Mi Rey no quería saber nada del exterior y se limitaba a comtemplar las pálidas mañanas bajo el círculo de montañas nevadas y el surco de Tumladen. Así pasaron tres semanas hasta que un exhausto viajante de las Tierras Septentrionales llegó trayendo la nueva de la Liga de Maedhros. Así Turgon, no fue avisado para la Batalla, pero aún así dudaba si acudir en ayuda de su hermano Fingon.

El viajante nunca pudo regresar a Himring a llevar las nuevas a su señor pues no está permitida ningún tipo de salidas para mantener la Ciudad Oculta.

Es Junio del 473, el día de la Batalla se acerca y por doquier las huestes de Morgoth se repliegan pareciendo una pérdida de Terreno. De modo que los ejércitos de la Liga de Maedhros se dispusieron a marchar por dos bandos. Uno de ellos marcharía bajo los estandartes de Fingon; Elfos de Hithlum, y una compañía procedente de Nargothrond y otra de Doriath los acompañaría, junto a ellos irían los Hombres de Brethil y Húrin y Huor, que marcharían con sus tropas de Hithlum. El bando Oriental lo componía el ejército de Maedhros, y de Himring, los Hombres de Bór y de Ulfang, también los Naugrim marcharon con sus hazadones y sus terribles máscaras, todos bajo el estandarte de los Hijos de Fëanor.

El día señalado fue una mañana de Agosto. Fingon marcharía por los Pasos de Hithlum y Maedhros por Anfauglith. Y acorralar al enemigo bajo el martillo y el yunque.
Turgon esperaba un consejo con las doce casas, y al fín decidieron unirse al Emblema de su hermano. De esta manera, fuimos con pesadumbre en el corazón a la Batalla. No esperábamos una comitiva de despedida, pero el pueblo se lanzó a la calle a vitorearnos y bajo el clamor de la multitud, los estandarte escarlata y oro y azul y plata, se alzaron. Los miembros de mi casa fuimos los primeros en salir de la ciudad, y junto con el Rey y la Casa Real, dirigiriamos la vanguardia del ejército, no obstante eramos el grupo menos numeroso de los diez mil soldados que marchábamos.
Así pasó el primer día, bajo clarmores y pasando los 7 portales de Gondolin cruzamos la parte meridional de las Montañas Circundantes. Las Águilas se nos acercaron y procuraron evitar entorpeces por el camino hasta llegar al paso del Sirion, allí avisariamos a Fingon de nuestra presencia con el cuerno del Rey.
Sin más complicación que una mañana calurosa y la incertidumbre de mis hermanos, marchamos. Llegamos al límite del Sirion, allí donde se alcanzaba a ver Angband y las Ered Wethrin. Al cruzar el marjal de Serech, Turgon hizó sonar el Enorme Cuerno que llevaba Glorfindel. Sin más démora que el soplo Turgon llamó a su hermano, y Fingon respondió con voz fuerte .- Utúlie'n aure! Aiya Eldalië ar Atanátari! .- Y todos respondieron .- Auta i lóme!-.
Así al ver Fingon los ejércitos de Gondolin se le reanimó el corazón porque aunque nadie nos avisó allí estábamos, Dunedën siempre al lado de su señor Glorfindel a quién amaba. Entre las breves palabras que intercambió el Rey con Maeglin, Glorfindel nos exclamó.- Hermanos míos, todos llegaremos a casa, ¿cómo?, no lo sé. La ira de Melkor se desata, pero sabed esto, los Gondolindrhim, no hemos visto la derrota, ni la conocemos. Es por eso que debemos mantenernos cautos y al lado, yo os defenderé, ¡soys mis hermanos y marchamos a la Victoria!-. Seguido de esto, sin previo aviso, la caballería de Gwindor marchó sin aviso al ataque de una compañía, y con ellos todo el ejército Occidental de Fingon. Morgoth consiguió su propósito: hacer salir el ejército de Fingon antes de que se reuniese con el de Maehdros. Pero lo que no sabía es que nosotros estábamos allí. Los Gondolindhrim, y Turgon los llamó .- ¡Hijos de Gondolin, marchad a la guerra!. Y en plena formación cargamos contra una compañía reducida y aislada de orcos. La Quinta de las Grandes Batallas había comenzado, a la que se le llamó la Nirnaeth Arnoeriad.



El ejército de Maedhros, se retrasó por las mentiras de ataque de Ulfang. Mientras, Angband vomitaba mareas de Orcos por sus innumerables puertas secretas. No obstante estábamos animados, pues el ejército de Fingon había hecho un excelente trabajo y ahora se ocupaba de agolparlos en las puertas creando una masacre. Pero ante tal marea se vieron desbordados y cuando llegamos ya habían perdido parte del campo de batalla. Al fín entramos en combate; Glorfindel gritó:-Desenvainad!-. Y el centelleo de las hojas élficas era como el rocio de estrellas en una noche de primavera. Los orcos caían como hojas de Otoño y así nos abrimos paso hasta el flanco de Fingon. El encuentro entre Fingon y Turgon fue dichoso y se hizo un silencio en el campo de Batalla. Estábamos cantando de júbilo, pero Angband seguía vomitando orcos. Nos vimos atrapados de una marea negra, los orcos a raudales nos habían hecho grandes pérdidas ante las puertas de Angband. Estábamos luchando, pero más atentos de nuestro capitán que se alejaba de vez en cuando junto con Ecthelion de la Fuente para parlamentar con el Rey. De pronto un orco pesado con una enorme alabarda se lanzó con su compañía hacia nosotros, estábamos prácticamente intactos, pero nos cogieron por sorpresa. Uno cayo a mis pies. Otro bajo las lanzas de mis compañeros. Pero el peor fue para mí. El jefe orco se lanzó a sus manos a por mi, y no lo contaría de no ser por Elfarion que estaba allí para darle su golpe de gracia. A la caída del enorme orco, llegaron los Estandartes de los Hijos de Fëanor y todo el ejército oriental que quería unirse con nosotros. Y de no ser por la traición de Uldor y Ulfang, habrían llegado a tiempo. Yo, Dunedën, quería ser optimista y pensaba que llegarían para ayudarnos para acabar a los enormes Trolls que llegaban. Era un desgaste por ambos bandos, el ejército de Fingon se replegaba y pronto nos tocaría pasar de la retaguardia a la vanguardia del ejército. Así, Melkor pensaba que su principal rival no saldría victorioso, y lanzó su peor arma. Angband quedó vacía cuando Trolls, uruloki y Balrogs salieron como una tempestad, Gothmog y Glaurung capitaneaba la falange del mal. En el momento que junto a Glorfindel y mis compañeros llegamos a combatir a los Abominables, vimos caer a nuestro Señor: Fingon, que luchaba solo quedó en un círculo de Balrogs, y consiguió herir de muerte a uno, pero otro le lanzó un látigo de fuego y Gothmog le mató, delante de su hermano, Turgon. Tal fue la arremetida del Rey y su compañía que el mismo hijo de Morgoth huyó lejos del campo de batalla y se enfrentó a los poderosos Dragones de Fuego. La vanguardia formada por Elfos de Gondolin y los Hombres de Hurin y Huor hizo retroceder a los terribles Balrogs y Trolls. Estábamos juntos como ordenó Glorfindel, pero el gran Gusano llegó abrasando Elfos, Hombres y orcos. Aún no se que sería de no ser por los Enanos de Belegost, que demostratron su valía eliminando a Dragones y haciendo huir al mismo Glaurung. De nuevo la pesadumbre y el caos llegó, cuando el ejército de Maedhros se retiró superado en número. Ahora sólo quedábamos los Hombres de la casa de Hador y los Elfos de Gondolin.
Y de ninguna manera nos íbamos a retirar sin crear estragos. Lo intentaríamos una vez más, pero estábamos claramente perdidos y confundidos. No sabíamos quién había a las espaldas, si era orco o amigo. Entonces Ecthelion tocó retirada al Marjal.
La retirada fue ordenada, pero aquí llegó la masacre; creamos un círculo de lanzas y protegidos, cargamos e hicimos retroceder a los orcos, el cansancio se hizo sentir, y caí fatigado, llegando a tenderme en el barro ensangrentado. Glorfindel me levantó con ánimo y me dijo.- Ya se hará el nuevo día-. Y nada en el mundo me fue más revitalizante para mí en ese momento. Me levanté, cogí mi espada y solté el escudo. Era extraño, pero habíamos perdido la Batalla y sin embargo cantábamos, y demostrábamos nuestro espíritu guerrero, y los hombres de Hurin y Huor con sus hachas rebanaban cabezas. Yo con un ligero golpe rebané dos cabezas, pero pronto aparecían cuatro más. Y luchamos hasta acabar la noche.
El lago que nos protegía relativamente, se volvió negro de la sangre, y cubierto por cadáveres que los orcos arrojaban para cruzar el pantano y darnos otro golpe. Tal fué la ira de Ecthelion al ver Elfos decapitados, amontonados y en llamas, que se lanzó sólo a por ellos, Glorfindel los acompañó, y no se porqué, si por valía o por locura me lanzé con ellos. Y fue allí donde acabé con dos flechas, una en la pierna y otra rebotaba gracias a la cota de malla. Pero haciendo un esfuerzo le clavé mi espada al arquero en el gaznate, Glorfindel degolló a otros tres, y Ecthelion hasta de rodillas acabó con ocho orcos.
Al llegar, vimos a Hurin, Huor y Turgon parlando y tomando decisiones. No se exactamente lo que hablaron, pero sólo escuché de boca de mi señor lo siguiente:- Una vez sea descubierta, Gondolin ha de caer por fuerza- y nunca olvidé esas palabras. Maeglin nos encaminó a acabar con los Trolls que acosaban a los Hombres de Hithlum en la vanguardia para luego huir a las montañas. Los Trolls eran bajos, y patizambos pero a la vez robustos y con una gran lanza. Nos dieron una grata bienvenida y los Elfos caían y caían, pero Rog, llegó y con su martillo acabó con tres Enormes Trolls, uno de ellos se fijó en mi, y quiso hacer de mi su presa, empujándome contra el suelo, se preparaba para darme el toque final, pero acabé esgrimiendo una lanza orca con su pecho, y la sangre negra emanaba a raudales, llenándome la cota de malla, pero más sangre había mía de mi pierna, que no dejaba de sangrar.
Al fin Turgon nos llevó lejos de la Batalla, y vimos a los vigorosos hombres luchar y caer por salvar la Ciudad Escondida, Gondolin. De diez mil, no llegamos ni tres mil Eldar a las montañas. Luego encontramos a doscientos más de la casa del Martillo Iracundo, seguidores de Maeglin, el cobarde, que fueron aceptados con desgana. Y al fín llegamos a los siete portales de la ciudad, tras cuatro días de lucha, donde pasamos de ser los victoriosos a llorar por hermanos y derramar mas lágriamas que sangre orca. Y sin embargo, mi pierna dejó de sangrar al ver la hermosura de Idril, la hija del Rey, que vino a darnos la bienvenida, incapaz de comprender el desastre de la Batalla que fue bauitizada las Lágrimas Innumerables, ya anunciadas por Eónwe, el heraldo de Manwë.

 


Comentarios  
Argos
#1 Argos 20-08-2005 14:03
Ha sido "triste" pero buena 8)
Olórin
#2 Olórin 17-09-2005 21:37
felicidades Ereinion, y gracias por entretenerme, un muy buen relato, felicidades de nuevo.
Earnir
#3 Earnir 02-02-2006 16:55
Esta buena, yo que leí el silmarillion. Sigue así hermano y serás un gran escritor...

:D

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